viernes, 15 de abril de 2011

Volver a Boedo y el recuerdo de Göttling

Días atrás, miles de hinchas de San Lorenzo marcharon a la Legislatura porteña. Luchan por una reparación histórica. Buscan que los terrenos donde estaba el Viejo Gasómetro –arrebatados al club por la dictadura hace tres décadas– sean devueltos. Sueñan con volver del exilio y vivir en Boedo, el barrio de toda la vida.
Cuando se cumplieron 25 años del último partido en el Gasómetro, allá por el 2004, un texto del exquisito Jorge Göttling me erizó la piel. Guardé esa nota, junto a tantas otras. Hoy la busqué, la releí, la volví a disfrutar y ahora la comparto.  

                          El Wembley porteño (foto: facebook/Viejo Gasómetro)


Sólo registro una derrota

Por Jorge Göttling

Escrupulosamente, como si fuera un rito o una fobia, eludo pasar por avenida La Plata a la altura de mis recuerdos. Opto por un rodeo, hay un desdén interior por la nueva estética del barrio. Hay en mi corazón una foto sepia del Gasómetro, una instantánea referencia a mi niñez. Con la misma candidez de entonces, pretendo tercamente preservar aquella vieja imagen, las primeras miradas a la cancha de tablones estriados, con el mismo asombro y el mismo sobrecogimiento que provoca depositar la mirada sobre un lugar religioso o una reliquia.

Intuyo que, por las noches, cuando no hay bullicio de banco o de mercado, algunos oídos recogen los gritos de auxilio que da el silencio. Pero, para eso, hay que tener un corazón chapado a la antigua, de color azulgrana.

A veces, merodeo por Boedo, barrio que no me pertenece pero por el que guardo una fidelidad que se parece a un sentimiento. Todavía se parece a una isla, ajena a la ciudad vulgarizada, profanada por constructores desalmados. Conserva viejas costumbres extintas, códigos para ser solo descifrados por una particular criptografía. Cortadas que fueron contadas por los tangos, aromas de la vieja Buenos Aires, arboledas mansas, conocidas sombras, pregones que aun retumban. Pero falta el Gasómetro.

Las fotos antiguas nos permiten un conocimiento parecido a la adivinación. Hubo un club erigido a punta de amor y coraje. Hubo vida épica arriba de los tablones y, también, se edificaron formas societarias de relación debajo de los tablones. San Lorenzo fue un sentimiento y, ya se sabe, cuando se habla de sentimiento es que alguien se ha puesto sentimental.

Pasaron 25 años desde aquella tontería de la historia, una medida calendaria que nos excede. Memoria y balance de lances deportivos, de batallas sin muertos y sin tristezas, de torneos, victorias, empates, campeonatos. En los severos recintos de la memoria, sólo registro una derrota: la del cruel desalojo de ese Gasómetro, que está incorporado, ya, a la galería de nuestros más caros recuerdos.



4 comentarios:

  1. Ah… Jorge Göttling, recientemente fallecido, cuya pluma sintética, rica y evocadora a la vez (o sea, triplemente admirable) me enamoró en la colección de tango del Clarín que compré toda, y que tomé como su obra póstuma. Igual nunca leí nada más de él hasta esto, que me hace suponer que, aparte de ser una biblioteca de tango en persona, también era un conocedor del fútbol. No es de extrañar pero tampoco se me había ocurrido.
    Eso sí: por respeto a su memoria (o sea, su recuerdo pero también la de su cabeza, la que usaba para escribir, digo) no voy a cometer esa especie de profanación que sería buscarlo en Google, no señor. Total no me han pedido que haga de él una caricatura…

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  2. Desconozco si Göttling era un gran conocedor del fútbol. La nota de este post es la única que leí de él relacionada con el deporte. Pero sí sé que era un sabio del tango y que era un genio de las palabras y que, cada texto suyo, era una pequeña obra de arte.

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  3. Soriano contaba que estando con San Filippo en el Carrefour que se construyó sobre el predio del Gasómetro, tuvo el honor de que le repitiera aquel gol que le hizo a Boca (cuando atajaba Roma). Hizo toda la jugada de nuevo, ubicando el arco donde debería haber estado y entre las góndolas festejaron (y seguro se les piantó un lagrimón). Un abrazo.

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  4. Es fantástica esa anécdota. Creo que la leí en un libro de Galeano o por ahí. Qué grande, el Gordo, entrañable. Abrazo de gol en Carrefour.

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