jueves, 16 de junio de 2011

Reveco, una historia que tiene que ser contada

                                                                                                                           Foto Mdz

No me gusta el boxeo. No comparto que el objetivo de un “deporte” sea acertar trompadas en el cuerpo tu adversario. De chico, admito, miraba muchas peleas con mi viejo. Recuerdo la época de Látigo Coggi, Locomotora Castro y hasta los comienzos de Pablo Chacón, cuando deslumbró en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Después, borré de mi vida al deporte de los puños. Me jode ver boxeo. No tolero que el público pida sangre mientras arriba del ring dos tipos son capaces de dejar la vida porque es lo que saben y pueden hacer. Es el circo romano de estos tiempos.

Sin embargo, hace unos años, el gran periodista, amigo y maestro Juan Martín Alonso, me hizo ver, a partir de sus grandes crónicas, que siempre hay historias detrás de cada boxeador. Entendí que cuando se apagan las luces de un estadio, cuando las promotoras dejan de mover el culo y dejan de pasear el cartel con el número del round, cuando los mánagers ya están en otro lado buscando un nuevo negocio, cuando hay silencio, sólo silencio, queda el boxeador y su vida. Y hay que conocer la vida de los boxeadores. Y contarlas.
 


Juan Carlos Reveco nació en Malargüe, al sur de Mendoza, en 1983. Como tantos pibes, un día supo que el boxeo era el camino que tenía que seguir. Pasó años y años entrenando y boxeando. En el 2007, fue campeón del mundo de los minimoscas de la AMB. Defendió el título, después lo perdió y después, perseverante, lo volvió a ganar.

El Cotón, como lo llaman desde chico, tenía como promotor a Osvaldo Rivero, algo así como el Julio Grondona del boxeo argentino. Reveco peleaba y Rivero ganaba. El problema es que Reveco, después de cada combate, no recibía el dinero que le correspondía. Así, una y otra vez. Entrenar y entrenar para que otros la levanten en pala. Cagarte a trompadas, literalmente, para que otros se llenen los bolsillos.

Llegó un momento en el que Reveco dijo basta. Se abrió de Rivero y de su entrenador Pablo Chacón. Buscó otras alternativas, cansado de la injusticia que sufría a diario. Abrirse de Rivero no es joda. Pero el Cotón tuvo los huevos –y la asesoría y el apoyo– para hacerlo. Fueron semanas y semanas de acusaciones, conferencias de un lado y del otro, amenazas. Nos cansamos de llenar páginas con la ruptura contractual de Reveco/Rivero.

El Cotón dejó vacante el título minimosca y subió a los moscas. Y al tiempo, de la mano de Mario Arano, su nuevo promotor, tuvo la chance de pelear por el cetro mundial en los moscas. Hace pocos días, en Mendoza, noqueó al venezolano Piero Pérez en el segundo round, con un gancho de película, para volver a ser campeón del mundo.

                                                                                                                 Foto Mdz
 


Después del título, fui a su casa para entrevistarlo. Me recibió con la humildad que sólo tienen los grandes en serio. Cuando le pregunté si su título era un mensaje para los boxeadores, a partir de lo que había vivido con su antiguo promotor, me respondió: “Esto le pasa a mucho boxeadores, a muchísimos, que tienen el miedo que sin esa persona (por Osvaldo Rivero) no pueden seguir. No es así, esas son mentiras, viste. Mentiras, nada es imposible. Hay miedo y mucha mucha gente está confundida. Yo demostré el viernes a la noche que no es así. Y pienso que este título es un mensaje para muchos boxeadores. Hay miles de pibes que tienen miedo de que si no están con él, no van a poder boxear. Y no es así. (...) Esto es un trabajo. Si no te gusta este patrón, tenés que irte con otro. Él no puede sacar el derecho de trabajar a nadie”.

Por más notas y peleas que cubra, el boxeo nunca me va a gustar. Pero aprendí que hay historias que tienen que ser contadas, sin importar los gustos personales. Ojalá muchos boxeadores puedan hacer lo que hizo Reveco. El deporte, supongo, sería un poco más limpio. Y el mundo, no tengo dudas, tendría menos lugar para los hijos de puta.


* La entrevista completa a Reveco, para el diario digital Mdz, la pueden leer acá.



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