tag:blogger.com,1999:blog-35965832426919335122024-03-05T00:25:58.307-08:00El bondi deportivoUn viaje al potrero que añoramos. Cuentos, notas y centros a la olla.Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.comBlogger13125tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-9104067766659215312011-09-12T13:41:00.000-07:002011-09-12T13:50:42.800-07:00De barbas y conquistas mundiales<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">(A propósito de la convocatoria de Diego Villar a la selección argentina, este cuento lo escribí hace dos años, cuando Alfio Basile dirigía la Albiceleste. Tiene varias referencias de esa época, pero la idea central sigue vigente: el fútbol necesita más barbudos, sobre todo la Selección).</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span id="goog_617567493"></span><span id="goog_617567494"></span> </span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh75Ns3jDFFs9XAqiUeASi33iDvwSUpUZTnqPcjKqD4Ml5N81g1Gcl0Va8P78906bj4I6E6m5igmK5w9nGdai-NvE4H0O8wKzu1AsaNTYYzu_ifh2fr3rM51p5LVZpd0U5fiPzekabRmJYD/s1600/diego+villar.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh75Ns3jDFFs9XAqiUeASi33iDvwSUpUZTnqPcjKqD4Ml5N81g1Gcl0Va8P78906bj4I6E6m5igmK5w9nGdai-NvE4H0O8wKzu1AsaNTYYzu_ifh2fr3rM51p5LVZpd0U5fiPzekabRmJYD/s400/diego+villar.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Diego Villar, el último barbudo. / Foto <a href="http://www.diariouno.com.ar/ovacion">Ovación</a></td></tr>
</tbody></table><br />
</div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">El mundo había dejado de girar por unas horas. No nos importaba nada de lo que pudiese pasar afuera de esas cuatro paredes. El Bardo estaba muy serio, muy concentrado, sólo tomaba su ferné y miraba el mapa. Yo estaba por realizar mi jugada clave para lanzarme camino a la victoria. El Chope analizaba cómo iba a defenderse de mi furibundo ataque. Nada más nos importaba. Sólo queríamos conquistar el mundo. Señalé de qué país a qué país atacaría. El Chope cerró los ojos y me dijo que después de tirar los dados me reventaría la botella en la cabeza. Tiré los dados y experimenté esa sensación de poder mezclada con azar que sólo el TEG te puede regalar. Saqué dos unos y un dos. El Chope casi se muere de risa. El Bardo, ajeno al trascendental momento, parecía estar en otra guerra, en otra dimensión.</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"></span><br />
<span style="font-size: small;"></span><br />
<a name='more'></a><span style="font-size: small;"> – ¡Nunca me vas a sacar Kamtchacka! –me gritó el Chope en la cara. <br />
– Te lo voy a sacar a la fuerza, con un golpe de Estado, como sea –le respondí, todavía abatido por semejante derrota. <br />
– ¡Kamtchacka siempre es la clave, siempre! –volvió a gritar el Chope.<br />
– Odio Kamtchacka…<br />
– ¡Amo Kamtchacka!<br />
– La clave es tener jugadores barbudos –dijo el Bardo. <br />
– ¿Qué?<br />
– Me acabo de dar cuenta de que la clave para ganar un Mundial es tener jugadores barburdos, eso. Ataco de Argentina a Chile. Dale, agarrá los dados.<br />
– Pará, Bardo, ¿estás drogado? No entiendo. ¿De Argentina a Chile? Tengo una fortaleza en Chile.<br />
– No importa, dale. <br />
– Como quieras. </span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><br />
El Bardo me atacó con sólo dos fichas y me terminó sacando ocho. Yo no paré de sacar uno y dos. Perdía otro país clave. Mis sueños de dominación mundial se derretían como los hielos que enfriaban mi ferné. El Bardo siguió su ataque, pero ahora en Europa.</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><br />
– Chope, de Alemania a Austria, dale. Piensen lo de los barbudos, es así.<br />
– No entiendo nada de los barbudos, atacá y dejá de joder –respondió el Chope.<br />
– Hagan memoria –el Bardo nos miró firme a los ojos y dejó los dados en la mesa–. En el Mundial del 78 teníamos a Villa y en el 86 y el 90 al Checho Batista, dos barbudos bien barbudos. Desde que no tuvimos más barbudos en la selección, no jugamos más una final de un Mundial. ¿Nunca lo pensaron?<br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">El Bardo debe ser una de las pocas personas que conozco que puede jugar al TEG y pensar en otra cosa a la vez.</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV9-zB2fPJj9tBHreoLGU2qzT0lEiLwlnySyJdE0G1j0HCyt8nIR2aSUc67jG2feHmOnuQewBS81kIDcGcOkSdFlwMI2plARmaXWTU7EilO9zxkKBJptb2oRGsVb-1DmXwxqshnbJyNrFy/s1600/villa.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjV9-zB2fPJj9tBHreoLGU2qzT0lEiLwlnySyJdE0G1j0HCyt8nIR2aSUc67jG2feHmOnuQewBS81kIDcGcOkSdFlwMI2plARmaXWTU7EilO9zxkKBJptb2oRGsVb-1DmXwxqshnbJyNrFy/s1600/villa.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Villa, barbudo del Mundial 78.</td></tr>
</tbody></table><span style="font-size: small;"><br />
– ¿Villa? No me acuerdo de ese –tiró el Chope.<br />
– Villa, el barbudo, que estuvo mucho tiempo en Inglaterra.<br />
– ¿Julián Villa?<br />
– No, no, Julio Ricardo.<br />
– Ah, parecido.<br />
– Sí, igualito. Bueno... El tema es que los barbudos son algo así como una cábala. ¡Cómo puede ser que cuando fuimos campeones del mundo tuvimos barbudos en el equipo! <br />
– Bardo, qué mierda estás diciendo, dejá de joder y atacá, dale.<br />
– En serio, los jugadores tienen que volver a ser barbudos, basta de modelitos como Cristiano Ronaldo. Un equipo tiene que tener barbas, bigotes, tipos despeinados, rudos.<br />
– Ahhh, rudos… Qué putazo te salió eso.<br />
– El único jugador barbudo de hoy creo que es el Pipa Villar, ese que jugó en el Tomba y está en el Lobo –aporté.<br />
– Sí, ya no hay jugadores barbudos. El otro día el Coco Basile dijo que necesita tener defensores barbudos, que los que tiene son muy lindos, que así no asustan a nadie. <br />
– Claro, te acordás de Boca en los ochenta. Qué equipo barbudo…<br />
– ¿Qué les pasa a los dos? Dejen de joder, jueguen.<br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpL7hGr3irXIOGaK_nanU3K53pQc_SNUoY1SRBzvFFMcx6bweeWxrA395c-gGX1qQv8FODR1y2-DxYIznGTas1QEY_WaQ0zE-8XhbM24xWnuDaTmoUtb1_3AmRafMQm0jtjKvYDuy5aovp/s1600/batista.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpL7hGr3irXIOGaK_nanU3K53pQc_SNUoY1SRBzvFFMcx6bweeWxrA395c-gGX1qQv8FODR1y2-DxYIznGTas1QEY_WaQ0zE-8XhbM24xWnuDaTmoUtb1_3AmRafMQm0jtjKvYDuy5aovp/s1600/batista.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Batista, la barba del 86.</td></tr>
</tbody></table><span style="font-size: small;">El Chope perdía la paciencia y el Bardo y yo nos enganchábamos cada vez más en semejante charla futbolera.<br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Boca en los ochenta –empecé, tratando de hacer memoria–. Hrabina, Richard Tavares, Bicicleta Saturno, Pimpinela Tessone, todos barbudos.<br />
– ¡Pimpinela! ¡Bicicleta!<br />
– Qué apodos… Ya no hay apodos tan graciosos…<br />
– Anotá, anotá –el Bardo recibió el guante y lo quiso devolver al toque–. Fren, el que dirigió con Diego Mandiyú y Racing, Centurión, Grimoldi y el gran Gitano Carlovich. Sacala.<br />
– Qué grande el Gitano.<br />
– Grandísimo.<br />
– Mi viejo dice que nunca vio a nadie más tiracaños que el Gitano.<br />
– Mi tío cuenta que el Gitano dormía en el piso, sin colchón, porque era gitano, en serio. <br />
– George Best, el inglés. Ese usó barba un buen tiempo –largué. Mi hallazgo fue notorio, el Bardo quedó abatido.<br />
– Terrible, el quinto Beatle le decían.<br />
– Tremendo, Best. Alexis Lalas, el yanqui… El búlgaro Ivanov, tomá, ¡Golazo! –El Bardo acababa de sacar de la galera dos jugadores imposibles. Era el ganador.<br />
– Best, una vez dijo algo así como “en la vida gasté mucha guita en minas y en joda, el resto lo malgasté”.<br />
– Brillante.<br />
– Un genio.<br />
– Y…, fue barbudo, qué querés.<br />
– Claro.<br />
– Uh, se hacen los memoriosos y se olvidaron de los más barbudos –desafío el Chope– Escuchen –cerró los ojos, se hizo el concentrado–. Juan Barbas, Barberón, Barbisan, Barbera, Bartichoto…<br />
– Boludo.<br />
– No, no, choto, choto. Bueno, dejen de joder, y dale, atacá Austria.<br />
– Ojalá Mascherano se deje la barba, ojalá… –pidió en voz alta el Bardo y tiró los dados. Sacó un par de dos y un uno. El Chope le ganó Alemania.<br />
– El barbudo de por sí tiene mística. ¿Vos, no ves a un jugador barbudo y sabés que es un rebelde, un distinto? –preguntó el Bardo.<br />
– No. <br />
– Y… –traté de buscar una respuesta alentadora– El jugador barbudo, primero que nada, impone cierto respeto, cierto grado de hombría que jamás tendrá un carrilero con barbita candado, ponele, o con piernas depiladas o si se pone gel en el pelo…<br />
– Cómo se depilan los jugadores, qué asco…<br />
– Metrosexuales.<br />
– Todos putos.<br />
– El barbudo desprolijo tiene algo de revolucionario, algo de que en cualquier momento hace algo que nadie espera. <br />
– Algo tipo Che Guevara.<br />
– Claro, no tranza con el sistema, no es botón del técnico, demagogo de los hinchas. Es un tipo de principios. <br />
– Sí, algo de eso debe haber…<br />
– El Che era re demagogo.<br />
– Qué sabrás vos del Che.<br />
– Che mucho.<br />
– Boludo. <br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Mientras tratábamos de entender por qué es tan necesario que los barbudos vuelvan al fútbol, sobre todo a la selección, el Chope empezó a reacomodar su ejército, cambió tarjetas por fichas, nos atacó dos países sin importancia y sin previo aviso nos dijo:<br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– ¡Acabo de ganar, giles!<br />
– ¿Qué?<br />
– ¿Cómo?<br />
– Sí, miren, tengo todo Sudamérica, cinco países de Europa, tres de Asia y dos de África. ¡A comerla!<br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Con el Bardo no lo podíamos entender. Tanto nos preocupamos por atacarnos entre nosotros que, en un par de jugadas, el Chope conquistó el mundo y se ganó el ferné de litro que estaba en juego.<br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Culpa de los barbudos –se lamentó el Bardo.<br />
– Por lo menos yo tengo Cuba –tiré como consuelo.<br />
– Sí, sí, sigan boludeando así en vez de conquistar el mundo –nos dijo en la cara el Chope–. Ahora pongan las barbas en remojo.<br />
</span><br />
<span style="font-size: small;">Ese chiste fue pésimo. Después se fue hacia la heladera a buscar comida, mientras festejaba y se proclamaba el dueño del mundo.<br />
</span></div><div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– No importa, Goni, en la próxima lo matamos.<br />
– Bardo, la clave es ganar Kamtchacka.<br />
– Y que Mascherano se deje la barba.<br />
– Dios quiera.<br />
– Y... Por algo le dicen el Barba.</span></div><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;"> </span><br />
<div class="codigotemp" style="padding-top: 20px;"></div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-18930075922635378602011-08-04T10:30:00.000-07:002011-08-04T15:00:26.549-07:00Leticia, Mariano y el amor por Patricio Rey<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoSn3r2UMqeBZPxEN0KXtrhQpWzsCYaVUvlNE8LogmS5-uncq_8DcZPuYwrV5spaLEP3mDtkp2_k9EFRgEuNVS5T1hSwBYzFDBC-sEQilmjX2_hrX1qRusOtf2YU7mSLCpVuRtuJ3wGRMD/s1600/indio-skay.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoSn3r2UMqeBZPxEN0KXtrhQpWzsCYaVUvlNE8LogmS5-uncq_8DcZPuYwrV5spaLEP3mDtkp2_k9EFRgEuNVS5T1hSwBYzFDBC-sEQilmjX2_hrX1qRusOtf2YU7mSLCpVuRtuJ3wGRMD/s320/indio-skay.jpg" width="259" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Hoy es un día extraño, nostálgico, más amargo que cualquier otro. Leticia escucha Gualicho una y otra vez mientras prepara el almuerzo. Se acuerda del último abrazo, del encantamiento, de las bengalas, del recital. ¿Cómo puede ser que existan momentos imposibles de olvidar? Leticia se acuerda cuando fue a Mendoza con la ilusión de encontrar a Mariano. Estuvo una semana buscando un milagro. Se entristece, mientras en la cocina el Zumba se toma el bondi a Finisterre.</span><br />
<span style="font-size: small;"></span><br />
<a name='more'></a></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><i></i><br />
<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="349" src="http://www.youtube.com/embed/0O5rwVENEiM" width="425"></iframe><br />
<i><span style="font-size: small;"> </span></i></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><i><span style="font-size: small;">Con lo que cuesta armar un full, armar algún puto full.</span></i></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Mariano vio la noticia en un diario y después no pudo concentrarse más en el trabajo que tiene que terminar hoy. Nunca se lo va a perdonar, cómo pudo haber sido tan pelotudo. Creerse que estaba en una película, tomarse en serio los designios del destino. ¿Por qué no vio Antes del amanecer cinco años después del recital? ¿Por qué mierda tuvo la idea tan estúpida de copiar esa película? Mariano busca en youtube algún video de la Hija del fletero y se acuerda cuando viajó a Avellaneda sólo para buscar a Leticia, tan linda, infinita.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><i><span style="font-size: small;">Pero dos que se quieren se dicen cualquier cosa.</span></i></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">(Es Córdoba, es el estadio Chateau Carreras, es un recital de Los Redondos, es un fenómeno social que no entiende de razones, es una piba de Avellaneda, es un pibe de Mendoza, es un flechazo, es una charla, es un encanto, es un aire que no se repetirá más, es pura magia, es un implacable rocanrol, es tener este asunto ahora y para siempre en tus manos, es vivir, es sentir, es cantar, es saber que cuando la noche es más oscura se viene el día en tu corazón, es compartir, es vibrar, es estar en un infierno encantador, es Solari, es Beilinson, es un beso, es un abrazo, es una mirada, es una sonrisa, es ser rico gratis, es una promesa, es volver a encontrarse en el próximo recital, es un juego, es como la película que vieron los dos, es el pogo más grande del mundo, es llorar de emoción, es una despedida, es un dolor dulce, es el sueño que acabó, es el sueñito que queda, es esperar hasta la próximo misa, es, por sobre todas las cosas, amor). </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><i><br />
</i></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><i><span style="font-size: small;">¿Puede alguien decirme? Me voy a comer tu dolor. </span></i><span style="font-size: small;"> </span><br />
<br />
<span style="font-size: small;">Leticia piensa en todo el tiempo que pasó. Mariano piensa en todo el tiempo que pasó. Leticia se acuerda de la cara de Mariano. Mariano se acuerda de la sonrisa de Leticia. ¿Qué será de su vida? ¿Por dónde andará? ¿El tiempo habrá magnificado el flechazo? ¿Habrá sido todo real? Es extraño como la vida sigue, siempre sigue, obstinada, a pesar de los desencantos. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
<i>No me gustó como nos despedimos.</i><br />
<br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Hoy es 4 de agosto del 2011. </span><br />
<br />
<span style="font-size: small;">Hoy, hace diez años, Los Redondos tocaron por última vez. </span><br />
<br />
<span style="font-size: small;">Hoy, hace diez años, Leticia y Mariano se vieron por única vez. </span><br />
<br />
<span style="font-size: small;">Hoy, y como hace diez años, ambos sueñan que Solari y Beilinson se vuelvan a juntar.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Todos, en el fondo, en la realidad o en la ficción, soñamos lo mismo. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Es que a todos, como a ellos, nos moviliza el amor por Patricio Rey.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-71467565985682453422011-07-19T12:32:00.000-07:002011-07-19T12:50:22.682-07:00El día que dejé de aburrirme<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKHIPlHLJBQPxTBhipHJ5MhCpgnSeVDEjM0C7c_sK84L7OnYXEVQG0UkUv2VEU6gEHQbLVElNh1TtRagxJ8in_BAw6u2RisqxXsB5HVi1w4UKgOAfOm0SIRRGJzHwgyb9k0zVuAMaItRqn/s1600/Negro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKHIPlHLJBQPxTBhipHJ5MhCpgnSeVDEjM0C7c_sK84L7OnYXEVQG0UkUv2VEU6gEHQbLVElNh1TtRagxJ8in_BAw6u2RisqxXsB5HVi1w4UKgOAfOm0SIRRGJzHwgyb9k0zVuAMaItRqn/s320/Negro.jpg" width="320" /></a></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"> <span style="font-size: small;">Ilustración <a href="http://www.sebastiandomenech.com.ar/">Sebastián Domenech</a></span> </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">I</span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"> </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Tenía diez años. Estaba enfermo, en cama, con gripe. Ese día mi abuela Pepita me regaló un libro que me cambió la vida. Pero yo, a los diez años, no tenía la menor idea. Yo sólo quería jugar con los muñecos de He Man.</span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
<a name='more'></a><span style="font-size: small;">El libro era grande para las manos de un niño. Era gordo y, encima, no tenía dibujos. Ni uno solo. Miré la tapa y le sonreí a mi abuela por educación, no por agradecimiento. Yo no leía, era niño. </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Mi abuela me dijo que me regalaba ese libro para que no me aburriera mientras estaba en cama. Me dijo que eran cuentos de fútbol y, como a mí me gustaba el fútbol, supuso que me interesarían esas historias. </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Miré con desconfianza ese libro, lo volví a abrir, traté de leer unas líneas, no entendí nada y lo olvidé en un rincón. Los libros eran aburridos, porque los escribían tipos grandes y aburridos.</span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Pasaron años de muñecos de He Man, de dibujitos, de potrero, de carreras de bicicletas, de rodillas peladas, zapatillas rotas, penales contra el portón. Pasó toda la infancia y el libro siguió olvidado.</span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">II </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Tenía 17 años. Estaba en esos días de adolescencia en que todo te aburre. El tiempo no pasa, el colegio te molesta, no podés jugar al fútbol todo lo que querés, tus viejos a veces te retan, te peleás con tu hermana… Ni la música te divierte. </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Ese día, imposible olvidarlo, estaba tan pero tan pero tan aburrido, que me puse a buscar algo. No sabía qué, pero empecé a dar vuelta mi pieza, quizás con el único motivo de que el tiempo pasara más rápido.</span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Hay momentos en los que uno, aunque no sepa qué está haciendo, íntimamente siente una energía poderosa que lo moviliza. Me gusta pensar que son esos momentos en los que uno busca su destino. Y a veces, mágicamente, lo encuentra.</span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Eso me pasó, aquella tarde de hace más de diez años, cuando en mi pieza encontré, lleno de polvo y con las hojas amarillentas, ese libro de cuentos de fútbol.</span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">III </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Tenía 23 años. Era una siesta soleada, a pesar del invierno. Estaba en el patio de mi casa, comiendo mandarina y leyendo, una de las cosas que más placer me genera en la vida. En eso me llegó un mensaje de texto de mi vieja. Lo leí y el cuerpo se me tensó de la angustia. Prendí el televisor. La placa roja de crónica confirmaba lo que me acababa de contar mi vieja. </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Estaba solo. Me tenía que ir a trabajar al diario, pero no podía ni quería creer lo que escuchaba en la televisión. Busqué ese libro que adoraba, que una tarde de hace muchísimos años me regaló mi abuela. Lo abrí en esa página que me cambió la vida. </span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Empecé a leer: “Sí, yo sé que ahora hay quienes dicen que fuimos unos hijos de puta por lo que hicimos con el viejo Casale, yo sé”.</span></div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="ecxMsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">De fondo, un periodista decía que íbamos a extrañar a Roberto Fontanarrosa. Yo lloraba y pensaba que el día que leí el cuento 19 de diciembre de 1971 la vida me cambió: ya nunca más me aburrí. </span></div><br />
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: right;"><i><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">A la memoria del grandísimo Negro.</span></i></div><div style="text-align: right;"><br />
<span style="font-size: x-small;"><br />
</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-size: x-small;">Gracias a Sebastián Domenech por ceder para este post su hermosa ilustración de RF.</span></div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-77490563482118971352011-07-05T21:59:00.000-07:002011-07-05T21:59:38.160-07:00El descenso de River, o esas pasiones que no se negocian<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmVVqtxtTYg7c8Mw4Po2nOEa0sKdEZeEyJc0_yiA4Dph-spWoJG3c4z53MnKI06rcAN9YGMTIoqkUbk8YAq-9lMzEGBFFzglnJ3NMKY9FJ0AXwlm_R56PAf9h4-A8xqp5p60TffTwddjO9/s1600/river-descenso-hincha.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmVVqtxtTYg7c8Mw4Po2nOEa0sKdEZeEyJc0_yiA4Dph-spWoJG3c4z53MnKI06rcAN9YGMTIoqkUbk8YAq-9lMzEGBFFzglnJ3NMKY9FJ0AXwlm_R56PAf9h4-A8xqp5p60TffTwddjO9/s400/river-descenso-hincha.jpg" width="400" /></a></div><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;"> <span style="font-size: x-small;">Foto <a href="http://www.mdzol.com/">Mdz</a></span></span><br />
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;"><span style="font-size: x-small;"> </span></span><br />
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Cuando veía el domingo las imágenes de cientos de hinchas de River que lloraban y no podían aceptar la realidad, fue inevitable no acordarme de una de las frases que mi vieja me tiraba por la cabeza cuando yo era niño. “¡Cómo puede ser que llorés por el fútbol!”, soltaba, mi madre, con dulzura y sabiduría. <br />
<br />
Yo era un niño que no podía explicar todo lo que significaba el fútbol, para mí, a los diez años. Disfrutaba como un loco cuando mi equipo ganaba y lloraba como un condenado cuando perdía. Siempre lloré más. Pero mi vieja me hizo ver –entre tantísimas cosas– que el fútbol tiene que tener en la vida el lugar que le corresponde. Y ese lugar es ahí, debajo de las cosas realmente importantes, fundamentales y vitales. Me llevó años entenderlo, si es que alguna vez lo entendí.</span><br />
<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="vsmimage" style="float: left; margin-left: 0px; margin-right: 10px;"><tbody>
<tr> <td> <div class="image"><img id="img_06164_1" src="http://www.mdzol.com/files/image/277/277816/4e08647dc6fd4.jpg" title="River - descenso" /></div></td></tr>
</tbody></table><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">Muchos medios hablaron de tragedia. Mucho imbéciles usaron el descenso para destrozar todo lo que tenían cerca, en el estadio Monumental y en las inmediaciones. Los que hablaron de tragedia demuestran su ignorancia. Se nota que jamás han vivido una tragedia, porque respetarían más esa palabra y no la usarían con tanta liviandad. Y sobre los violentos no vale la pena escribir nada, porque este texto es para los verdaderos hinchas del fútbol y de River.<br />
<br />
En estos momentos se repite, todos los años, un lugar común, pero no por eso menos cierto: descender no es morir, porque de la muerte no se vuelve. Por más veces que lo repitamos es muy probable que a los hinchas de River no le sirva ni un poquito. Por eso, para tratar de que los tipos que andan con la cara larga vuelvan a sonreír, hay que buscar a tipos que entienden bien qué lugar debe tener el fútbol en la vida.<br />
<br />
Y así nos encontramos con una columna repleta de nostalgias y verdades, que escribió Alejandro Wall, periodista del diario <a href="http://tiempo.elargentino.com/" target="_blank">Tiempo Argentino</a>. Wall recuerda el descenso de Racing, el sufrimiento de su viejo, su visión de niño y el retorno de la Academia a la primera división. <br />
<br />
La columna, que se puede leer <a href="http://tiempo.elargentino.com/notas/como-ser-feliz-y-no-morir-descenso" target="_blank">acá</a>, termina con un párrafo brillante. “Se puede ser feliz allá abajo. No es extraño, entonces, que yo mismo haya tomado conciencia de mi amor por la Academia durante esa estadía. Ningún hincha de River encontrará consuelo por estas horas, pero es una obligación decir que un descenso no es tragedia. Porque nunca lo es lo remediable y porque aquí estamos, mi viejo y yo, para contarlo”.<br />
<br />
El periodista Ariel Scher, otro hombre que cuando escribe pone luz en la oscuridad, reflexiona en este recomendado <a href="http://www.11wsports.com/futbol-latinoamericano/la-vida-no-desciende.html" target="_blank">texto</a> del sitio <a href="http://www.11wsports.com/" target="_blank">11wsports</a> sobre el descenso de River. <br />
<br />
</span><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="vsmimage" style="float: right; font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; margin-left: 10px; margin-right: 0px;"><tbody>
<tr> <td> <div class="image"><span style="font-size: small;"><img id="img_06229_1" src="http://www.mdzol.com/files/image/277/277664/4e077cbce1073.jpg" title="Pavone river portada" /></span></div></td></tr>
</tbody></table><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">“(…) Los resultados son menos importantes que el amor, perder una categoría no es perder la pasión, no siempre es posible frenar lo que viene mal pero siempre hay que hacer el intento, el corazón es un indicador más importante que las tablas de posiciones, la grandeza radica en tener una identidad y no en que esa identidad esté en la cumbre o en el suelo, en las tribunas merecen caber la decepción y la bronca pero nunca la tragedia, el fútbol es una posibilidad hermosa aunque no desemboque invariablemente en algo hermoso, lo importante no es jugar el domingo o el miércoles sino la perspectiva de respirar juntos un aire de cancha”, escribe Scher, y uno se pone de pie y aplaude.<br />
<br />
Lo sabemos: el desconsuelo de los hinchas de River seguirá por un tiempo. Pero tenemos la obligación de aclarar que acá no ocurrió ninguna tragedia, que estamos hablando de fútbol, y que por más tristezas que existan, dentro de unos meses, los mismos que hoy tratan de secarse las lágrimas, mañana estarán alentando a su querido River Plate. En el corazón de los futboleros hay pasiones que no se negocian. Aunque mi vieja nunca lo entendió.</span>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-79747918035064359402011-06-21T12:08:00.000-07:002011-06-21T14:51:48.281-07:00Los milagros de Palermo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitbtezzE2ESTvfqFS5Cg0MGfBgI0YyHFWxxp2o_XeN5DVUEmveCq808Run683EuwtKn48vrQHqlibMy6D95fZ0SpYgy3TEKiF667lcwkQCioFLLd-A5SIeRjtvY2gDmdiiJKAQ5WhofLQF/s1600/palermo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitbtezzE2ESTvfqFS5Cg0MGfBgI0YyHFWxxp2o_XeN5DVUEmveCq808Run683EuwtKn48vrQHqlibMy6D95fZ0SpYgy3TEKiF667lcwkQCioFLLd-A5SIeRjtvY2gDmdiiJKAQ5WhofLQF/s320/palermo.jpg" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">El Beto estaba más callado que otras veces. Miraba el vaso, miraba el televisor y me escuchaba porque no le quedaba otra. No había prendido ni un cigarrillo. Le sonó el celular un par de veces y no contestó. Ya me empecé a preocupar.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– ¿Qué te pasa que estás así de choto? –le dije, abusando de la impunidad que te dan los años de amistad. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– No me pasa nada, pelotudo –me devolvió, gentil. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Desde que llegamos que estás hecho un choto, viendo la televisión. No has tocado el vaso. Ni siquiera te diste vuelta para ver las minas que te dije.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– No me hinches las pelotas, Flaco.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Ah, bueno, te vino. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– No te hagás el vivo. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Hermano, tenés cara de velorio. Me preocupa. Si te pasa algo, contá. No seas gil.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Me pasa eso –me dijo, y miró el televisor.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Al fondo del bar, en un plasma comprado seguramente en cincuenta cómodas cuotas, Martín Palermo lloraba mientras La Bombonera lloraba con él. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Beto, ¿de qué me estás hablando? ¿Ustedes están por jugar la promoción y vos estás mal porque Palermo se retira?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Sí, eso te estoy diciendo.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– ¿Me estás jodiendo?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– No, Flaco. River me preocupa, obvio, cómo no me va a preocupar. Pero que Palermo se vaya me genera pánico.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Hermano, de qué mierda estás hablando.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Flaco, yo le debo mucho a Palermo.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">El Beto se quedó mirando la televisión y yo empecé a preguntarme por qué carajo él, fanático de River, le podía deber algo al Titán.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Empecé a hacer memoria. Palermo y los tres penales errados con la Selección, los goles ante el Real Madrid, el gol imposible a River, casi en muletas, la noche del caño de Román a Yepes; la pared que se le cayó encima de una pierna cuando festeja un gol en el Villarreal, el gol a Perú por las eliminatorias, el de Grecia en el Mundial, el gol de cabeza a Vélez, el penal con los dos pies, el zapatazo a Independiente desde la mitad de la cancha, varios goles más a River, su look noventoso en Estudiantes, cuando se disfrazó de mujer para la Mística… No encontré nada que me diera una pista.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Escuchame, dejá de ver la tele y dame bola. ¿Por qué le debés algo a Palermo?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">El Beto me miró a los ojos por primera vez en la noche y tomó un trago de cerveza.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Flaco, vos sabés que soy un nabo con las minas.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Lo sé. Bien nabo sos.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Bueno, vos sabés lo que quiero a la Negra.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Sí, ¿y?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Te voy a contar algo que no se lo he contado a nadie.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Dale, no te hagás el misterioso y contá.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Bueno, viste que a mí me cuesta más que la mierda encarar a una mina. Siempre fui así de boludo. Otros son boludos con otras cosas. Otros no saben cambiar un foco, ponele. Bueno, yo soy boludo con las minas. Te acordás lo que me gustaba la Negra y nunca le decía nada. Ni un chiste, un vamos a tomar algo, nada de nada. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Sí, cómo no me voy a acordar.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Bueno, yo estaba desesperado. La Negra me volvía loco, pero era cuestión de tenerla enfrente y chau, me paralizaba, como el tipo más pelotudo de la galaxia.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Te quedás corto.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Bueno, por más que lo había trabajado con mi psicólogo, no sé, no podía superarlo. Por algo, en la vida, he tenido menos minas que una película de Rambo.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Beto, podés ir al grano.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Bueno, la noche del partido de Argentina-Perú, por las Eliminatorias, yo estaba solo en mi casa. No lo quise ver con nadie. Estaba más nervioso que la mierda. Además, estaba mal porque me había llegado que el Colo Segovia estaba detrás de la Negra. Y si yo no hacía nada, el Colo la iba a ganar. Y yo no iba a hacer nada porque soy el rey de los pelotudos.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Pero si el Colo ese no se sabe ni atar los cordones, haceme el favor.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– El tema es que, cuando el partido estaba al horno, y llovía y nos quedábamos casi sin Mundial, ¿te acordás? Bueno, en ese momento, te juro que me arrodillé, temblando, y le juré a Dios que si Argentina ganaba, yo iba a tener los huevos, por primera vez en la vida, de decirle a una mina lo que sentía. Así, en la cara, como un macho.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– ¿Eso hiciste?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Eso hice, te lo juro.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– No lo puedo creer.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Y bueno, Flaco, yo me moría si Argentina no iba al Mundial. Imaginate, cuando Palermo hizo el gol, no lo podía creer. Lloraba de la alegría como un tarado. Y estaba tan contento, pero tan contento, que esa misma noche la llamé a la Negra, me junté con ella y le dije todo lo que sentía.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– ¿Así qué te animaste a eso gracias a Palermo? Y yo que pensé que lo habías hecho vos, solo, de puro huevo.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Entendés. Palermo es tan groso, que hizo un gol para que yo estuviera con la Negra.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Pará. Beto, te estás yendo de mambo.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Sólo un partido tan increíble podía hacer que yo me animara a encararla, entendés. Llovía como una película, no quedaba tiempo, la pelota pasó por mil piernas y Palermo estaba ahí para empujarla. Eso era un designio de Dios.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Está bien, todo muy lindo, pero qué tiene que ver que estés mal porque Palermo se retire. No me cierra.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Beto bajó la vista, se sirvió más cerveza y siguió.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Me falta contarte algo fundamental. Hace unos días, la Negra me dejó.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– ¿Qué?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Sí, Beto, la Negra me dejó. Solo como un perro, me dejó. ¿Nunca te ha dejado una mina? Bueno, a mí, sí. Me dejó. Fue lindo mientras duró. Chau. Venía medio como el orto la relación, yo me la vi venir, la verdad. Se acabó. Y ahora, encima, se retira Palermo, todo mal. Siento que ese hechizo que había vivido todo este tiempo se fue a la mierda. ¿Entendés?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Cuando Beto dijo hechizo se le humedecieron los ojos. Le pregunté qué había pasado, traté de consolarlo, de decirle boludeces que le subieran un poco el ánimo, pero sentí que el tipo estaba hecho mierda. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Beto, dejate de joder con Palermo. Andá a buscar a la Negra, jugatela, loco. Cuando una mina vale la pena uno tiene que hacer todo lo que pueda y más.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– No, es que no entendés. Esta relación siempre fue muy rara. Ese gol de Palermo fue como un toque de magia. Ahora se retira y se acaba la magia, es así de simple.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Dejá de hablar pelotudeces, en serio.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– No son pelotudeces.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– A ver… Escuchame bien, estás mal y Palermo, en realidad, todavía no se retira. Si le queda jugar contra Gimnasia en la última fecha.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Vi como al Beto se le dibujaba una sonrisa. Me miró con otro gesto, como dándose cuenta de que el partido todavía no había terminado.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Es verdad, qué boludo. Todavía Palermo me puede dar una mano. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Y sí, ¿por qué no? –le dije, como para seguirle el juego.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Ojalá que el Titán me dé una señal en su último partido –largó, con la ilusión que sólo tienen los niños.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">No vi a Beto durante la semana. Ni siquiera hablé con él. Pero el sábado, me senté a ver Gimnasia-Boca con las expectativas de que Palermo hiciera algo mágico para que el pelotudo de Beto le hablara a la Negra. Un tipo normal, no estaría pendiente de qué puede hacer un jugador de fútbol. Un tipo normal va y encara a la mina que le gusta, no le importa nada. Pero el Beto es el Beto.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Me chupé casi todo el partido. El Lobo ganaba 2 a 1. Palermo había tenido algunas chances, pero no había hecho nada. Iban 45 minutos del segundo tiempo y apagué el televisor. La puta madre, pobre Beto. Voy a tener que buscar la manera de convencerlo para que no le dé bola a Palermo y hable de alguna forma con la Negra. Encima, River entra en promoción, no le sale una. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Al rato, Beto me llama al celular. Estaba eufórico, me hablaba a los gritos.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Flaco, ¿viste lo que pasó? ¡Increíble, no, increíble! ¡En la última pelota, no lo puedo creer! ¡La última pelota que tocó como jugador!</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">No tenía idea qué había pasado. Pero tampoco se necesitaba ser un adivino para suponerlo. Palermo, ese tipo de historias imposibles, lo había hecho una vez más. La última, la necesaria, para que Beto se tuviera un poco más de confianza y llamara una vez más a la Negra. La última, la necesaria. </span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-58860066190983004852011-06-16T20:39:00.000-07:002011-06-16T20:44:02.407-07:00Reveco, una historia que tiene que ser contada<div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAjlL3xrvdzo87wWTvqrHxABX2qg1jwlhQbQirfLOK6eUkzfkqzDLwKH_yCxM1ysMq2bcAlGUykdeHvolM_iVNZG5Vr6au_sSaIj1s74-oInQiE-D2wbDi1vMrAx4FMo3qSdjPYsYXSmD0/s1600/coton1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAjlL3xrvdzo87wWTvqrHxABX2qg1jwlhQbQirfLOK6eUkzfkqzDLwKH_yCxM1ysMq2bcAlGUykdeHvolM_iVNZG5Vr6au_sSaIj1s74-oInQiE-D2wbDi1vMrAx4FMo3qSdjPYsYXSmD0/s400/coton1.jpg" width="400" /></a></div><span style="font-size: small;"> <span style="font-size: x-small;">Foto <a href="http://www.mdzol.com/">Mdz</a></span></span><br />
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<span style="font-size: small;">No me gusta el boxeo. No comparto que el objetivo de un “deporte” sea acertar trompadas en el cuerpo tu adversario. De chico, admito, miraba muchas peleas con mi viejo. Recuerdo la época de Látigo Coggi, Locomotora Castro y hasta los comienzos de Pablo Chacón, cuando deslumbró en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Después, borré de mi vida al deporte de los puños. Me jode ver boxeo. No tolero que el público pida sangre mientras arriba del ring dos tipos son capaces de dejar la vida porque es lo que saben y pueden hacer. Es el circo romano de estos tiempos.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Sin embargo, hace unos años, el gran periodista, amigo y maestro Juan Martín Alonso, me hizo ver, a partir de sus grandes crónicas, que siempre hay historias detrás de cada boxeador. Entendí que cuando se apagan las luces de un estadio, cuando las promotoras dejan de mover el culo y dejan de pasear el cartel con el número del round, cuando los mánagers ya están en otro lado buscando un nuevo negocio, cuando hay silencio, sólo silencio, queda el boxeador y su vida. Y hay que conocer la vida de los boxeadores. Y contarlas.</span><br />
<span style="font-size: small;"> </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"></div><a name='more'></a><br />
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<div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Juan Carlos Reveco nació en Malargüe, al sur de Mendoza, en 1983. Como tantos pibes, un día supo que el boxeo era el camino que tenía que seguir. Pasó años y años entrenando y boxeando. En el 2007, fue campeón del mundo de los minimoscas de la AMB. Defendió el título, después lo perdió y después, perseverante, lo volvió a ganar. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">El Cotón, como lo llaman desde chico, tenía como promotor a Osvaldo Rivero, algo así como el Julio Grondona del boxeo argentino. Reveco peleaba y Rivero ganaba. El problema es que Reveco, después de cada combate, no recibía el dinero que le correspondía. Así, una y otra vez. Entrenar y entrenar para que otros la levanten en pala. Cagarte a trompadas, literalmente, para que otros se llenen los bolsillos.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Llegó un momento en el que Reveco dijo basta. Se abrió de Rivero y de su entrenador Pablo Chacón. Buscó otras alternativas, cansado de la injusticia que sufría a diario. Abrirse de Rivero no es joda. Pero el Cotón tuvo los huevos –y la asesoría y el apoyo– para hacerlo. Fueron semanas y semanas de acusaciones, conferencias de un lado y del otro, amenazas. Nos cansamos de llenar páginas con la ruptura contractual de Reveco/Rivero. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">El Cotón dejó vacante el título minimosca y subió a los moscas. Y al tiempo, de la mano de Mario Arano, su nuevo promotor, tuvo la chance de pelear por el cetro mundial en los moscas. Hace pocos días, en Mendoza, noqueó al venezolano Piero Pérez en el segundo round, con un <a href="http://www.youtube.com/watch?v=MkqfMfc84I4">gancho de película</a>, para volver a ser campeón del mundo.</span><br />
<br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTKMcFai13fw-M3JCXBburbPAecI5IEmj2Wy2l88575ufuMF-S6rBmTHOQt9uElUyBafhFq87Yr0ChIMjfYLOTicA1bqprGXiJeSol3vOx4uVl_ptmasv91kE5SDHKd2KUaXNAGLjWpfoh/s1600/coton+2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTKMcFai13fw-M3JCXBburbPAecI5IEmj2Wy2l88575ufuMF-S6rBmTHOQt9uElUyBafhFq87Yr0ChIMjfYLOTicA1bqprGXiJeSol3vOx4uVl_ptmasv91kE5SDHKd2KUaXNAGLjWpfoh/s320/coton+2.jpg" width="320" /></a></div></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"> </span><span style="font-size: small;"><span style="font-size: x-small;">Foto <a href="http://www.mdzol.com/">Mdz</a><br />
</span></span><br />
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<span style="font-size: small;">Después del título, fui a su casa para entrevistarlo. Me recibió con la humildad que sólo tienen los grandes en serio. Cuando le pregunté si su título era un mensaje para los boxeadores, a partir de lo que había vivido con su antiguo promotor, me respondió: “Esto le pasa a mucho boxeadores, a muchísimos, que tienen el miedo que sin esa persona (por Osvaldo Rivero) no pueden seguir. No es así, esas son mentiras, viste. Mentiras, nada es imposible. Hay miedo y mucha mucha gente está confundida. Yo demostré el viernes a la noche que no es así. Y pienso que este título es un mensaje para muchos boxeadores. Hay miles de pibes que tienen miedo de que si no están con él, no van a poder boxear. Y no es así. (...) <span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">Esto es un trabajo. Si no te gusta este patrón, tenés que irte con otro. Él no puede sacar el derecho de trabajar a nadie</span></span><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;">”.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Por más notas y peleas que cubra, el boxeo nunca me va a gustar. Pero aprendí que hay historias que tienen que ser contadas, sin importar los gustos personales. Ojalá muchos boxeadores puedan hacer lo que hizo Reveco. El deporte, supongo, sería un poco más limpio. Y el mundo, no tengo dudas, tendría menos lugar para los hijos de puta.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">* La entrevista completa a Reveco, para el diario digital <a href="http://www.mdzol.com/">Mdz</a>, la pueden leer <a href="http://www.mdzol.com/mdz/nota/302786-este-titulo-es-un-mensaje-para-muchos-boxeadores/">acá</a>.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-9436456971321100892011-05-11T07:27:00.000-07:002011-05-11T07:29:40.370-07:00Pase gol<div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">La historia entre Caro, Nico y yo empezó en el 97, justo en la primera fecha del torneo. Un sábado de otoño, por la tarde, conocí a Caro. Supe de inmediato que nos traería muchos problemas y supe, además, que me había enamorado en menos de un minuto. Eso era la adolescencia: enamorarse en tiempo récord.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigBLBv1nmWcq_FYqH30Se6wrTeglUO4R_KMVimy9KIs8Rzg3hIh0zzMix2xb4So8W8OhW0rOYjMu_hUq2NSrMatwHH5rZpFTFdu9IvF4gLc8_suNMGy2gtaKpOoK1-wuibqUXQehyphenhyphenr0BZ3/s1600/metegol-y-Caro.gif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigBLBv1nmWcq_FYqH30Se6wrTeglUO4R_KMVimy9KIs8Rzg3hIh0zzMix2xb4So8W8OhW0rOYjMu_hUq2NSrMatwHH5rZpFTFdu9IvF4gLc8_suNMGy2gtaKpOoK1-wuibqUXQehyphenhyphenr0BZ3/s320/metegol-y-Caro.gif" width="159" /> </a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/pablopavezka/3327376050/in/set-72157604843287003">Ilustración Pablo Pavezka </a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><br />
<a name='more'></a><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Caro y Nico eran compañeros en el colegio del barrio. Iban a segundo año. Yo soy un año menor que ellos y recién empezaba en un colegio que queda en el centro. Esa tarde Caro fue al club y Nico nos presentó. Y yo era, hasta ese entonces, su mejor amigo.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Con Nico estábamos casi todos los días juntos. Apenas llegábamos del colegio, almorzábamos y nos juntábamos. A veces no hacíamos nada interesante en toda la tarde, pero no importaba. A esa edad, lo importante era estar con alguien que sirva de compañero para descubrir la vida. En eso andábamos con Nico, muy tranquilos, cuando apareció Caro.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Nos gustaba pero ninguno decía nada. Hasta que una tarde, haciéndonos los boludos, no me acuerdo quién tiró la idea de ir a visitarla. Caro vivía en la Quinta sección, cerca del Parque. Íbamos los dos en mi bici (la querida Cielito Bike, 18 cambios, un lujo), porque vivíamos como a 30 cuadras. La primera tarde que fuimos la pasamos muy bien los tres, disfrutando una chocolatada exquisita, mientras veíamos Los Simpsons. “Gracias por venir, chicos, los espero cuando quieran”, nos dijo. Y fuimos otra tarde y otra y otra. Cuando nos dimos cuenta, los dos estábamos totalmente enganchados con la misma mujer. Y éramos muy amigos.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Yo le dije a Nico que Caro estaba puesta con él. Nico me contestó que se le notaba en la cara que quería estar conmigo. La verdad, la terrible verdad, era que Caro estaba enganchada con los dos. Nos lo contó una amiga de ella. No se decidía por ninguno de los dos, estaba confundida. Por eso, el que se animara a encararla primero, seguramente iba a ganar. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Con Nico llegamos a un acuerdo de caballeros. No nos íbamos a cagar, lo íbamos a definir en un partido de metegol, como se solucionaban los verdaderos duelos de aquella época en mi barrio. Los dos éramos buenos jugadores de metegol. El trato era así: el ganador de un partido a siete pelotas encaraba primero a Caro. Gané 4 a 3, un duelo increíble. Sólo me acuerdo que duró muchísimo, que el dueño del quiosco –y del metegol– nos decía que no podíamos jugar tanto tiempo con una sola ficha, que el negocio así no iba. Se notaba que no tenía idea lo que nos estábamos jugando en ese partido.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Esa misma tarde, del metegol me fui en la Cielito derecho a lo de Caro. Cuando volví a mi casa, por la noche, estaba de novio. Bendito metegol.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Con Nico, además de ser grandes amigos y estar todo el día juntos, éramos el alma del equipo. Por lo menos eso nos decía el viejo de la cantina. Yo, la verdad, nunca lo comprendí pero me gustó cómo sonaba: el alma del equipo. Dentro de la cancha nos entendíamos muy bien. Él es un zurdo lírico, de buen gusto, con gambeta fina, inteligente. Yo soy más explosivo, pique corto, desborde, gol. Hacíamos una buena dupla.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Aunque la relación con Nico parecía ser la misma –a pesar de Caro–, en la décima fecha me di cuenta de que algo andaba mal. En la última jugada, Nico le pegó al arco con la marca encima, casi sin ángulo, y no quiso pasármela. Yo estaba solo frente al arquero. Él no era morfón. Y eso me preocupó. Me dijo que no me vio y no le creí. El equipo empezó a andar mal, porque Nico hacía la suya y yo me enojaba. Hay que aceptar que él es más talentoso. Yo, solo, no podía ponerme el equipo al hombro ni en los sueños.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">A esa edad, las hormonas te bailan una batucada en el cuerpo. Yo subía a un micro y bajaba enamorado. Y fue así que conocí –no en un micro, pero sí en un cumpleaños– a Gaby, una rubia encantadora que me cautivó. De arrebatado, sin pensarlo, corté con Caro y me la jugué por Gaby. Eso también era la adolescencia: un despelote de sentimientos, un arrebato constante. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">A Nico no le conté nada hasta que un día, antes de entrenar, me preguntó, como quién no quiere la cosa, por qué me había peleado con Caro. Ella se lo había contado en un recreo. Me di cuenta de que tenía una fantástica chance para reivindicarme con Nico. No sé por qué sentía culpa, pero lo vi frente al arquero y le di un pase gol.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">–De eso te quería hablar, Nico. Yo siento que Caro está con vos, nunca me lo dijo pero siempre lo sentí. Yo que vos, me la juego. Además, me di cuenta de que no me gusta tanto, en serio. No es mi tipo de mujer –tiré con total convicción, como si tuviese treinta años de experiencia con las mujeres.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">–Estás en pedo. Caro está re mal porque la dejaste.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">–Con más razón, la pelota está picando frente al arco, es cuestión de empujarla.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Mi metáfora futbolera no fue muy clara. Nico se hizo el boludo pero sentí que se quedó pensando. Yo también me quedé pensando en lo que le había dicho. Me quise convencer de que había hecho un acto de bondad dejándole a mi amigo la mujer que realmente quería. Lo único cierto era que eso lo había inventado para sentirme bien conmigo y para estar con Gaby, libre de culpa.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Con Gaby estuve unos meses de novio hasta que me dejó. Nunca entendí bien por qué me dejó. En realidad, la vida hace justicia y merecía que me patearan sin explicaciones claras después de lo mal que me había portado con Caro. Fue justicia divina. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Con Nico nos seguíamos juntando todas las tardes, pero íntimamente sabíamos que algo había cambiado. Él no se había animado a encarar a Caro y yo no me había animado a mirarla de nuevo a los ojos. A todo eso, en el torneo habíamos llegado a la final, a pesar de lo mal que veníamos jugando. Era una situación extraña, confusa.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">La final fue un sábado de primavera, a la tarde. El viernes a la noche había una fiesta en el colegio del barrio. La organizaban los de quinto año, así juntaban plata para el viaje de egresados. No ir a esas fiestas era lo peor que nos podía pasar. Pero Nico no quería ir, porque prefería descansar para la final. Estaba muy raro. Tengo que admitir que lo llevé a la fuerza. Le gané por pesado, por insistidor y nos fuimos al baile. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">La primera mujer que nos cruzamos fue Caro. A Nico lo saludó con un beso en la mejilla y a mí con un hola al aire, mala onda, como si yo fuera un perfecto desconocido. O, mejor dicho, como si fuera un desperfecto conocido. Fue ahí cuando le dije a Nico que era evidente que ella estaba puesta con él, que se dejara de romper las pelotas, que yo ya no existía para Caro.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– ¿Te parece? –me preguntó con una cara de pelotudo total. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– ¡Sí, boludo! Te estoy dando un pase gol, definí y dejate de joder –le respondí, haciéndome el canchero, apelando a las metáforas futboleras que tanto me gustan.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– ¿Qué vas a esperar, que el gol lo haga otro? –agregué, determinante.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Nico se fue a bailar con Caro y yo me quedé solo, pero con una grata sensación de haber hecho lo correcto. No me pregunten por qué. Es más, cuando vi que los dos se besaban, sentí que éramos campeones. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Al otro día, Nico armó dos jugadas geniales y me dejó servido dos goles. Esa tarde entendí que darle un pase gol a un amigo es uno de los actos más nobles que tiene la amistad. Nunca lo hablamos, pero desde ese partido, desde esa vuelta olímpica, todo volvió a ser como antes de que apareciera Caro.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">------------------------</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Justamente de ese partido y de esa época nos acordábamos hoy con Nico. Como era el cumple de Pablito, aproveché para pasar, saludar a los tres y darle el regalo al pibe. Soy su padrino y tengo que cumplir, no me queda otra. Le compré un metegol chiquito. A Caro le encantó. Ya pasó mucho tiempo, ahora me saluda bien. Lógicamente, nunca se enteró que la apostamos en un partido a siete pelotas. Ni se va a enterar. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Pablito estaba loco de la alegría, me dijo que iba a invitar a unos vecinitos así jugaban toda la tarde.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Sos un hijo de puta –me susurró Nico al oído, haciéndose el serio.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Me reí. Sólo él y yo sabemos que en ese metegol, Pablito aprenderá de qué se trata la amistad. Y entenderá, alguna tarde, el valor de un pase gol en la vida.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-30089087776328030542011-05-03T08:57:00.000-07:002011-05-03T08:57:55.754-07:00Campeones<span style="font-size: small;">Este corto lo encontré en la página <a href="http://www.cinemania.es/">www.cinemania.es</a>. Se llama Campeones y está dirigido por el español Antonio Conesa. El cine, a diferencia de la literatura, nunca supo contar al fútbol. Siempre le costó. Hay varios intentos, pero creo que siempre falta algo. Bueno, con Campeones, por primera vez, sentí esa sensación de ver una historia real, perfecta, futbolera, sensible y amarga. Es una delicia, una obra de arte. Espero que la disfruten. </span><br />
<div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcJtwkPeEToe4OH8Z5wXBQdvpluYzjPQuEnbrXayWJWyAxtlqamZGqm9dFza27g9zDLW3xvcHMakd5IqG7B2kfkvqn9BBglFnyAzOFYx76Hqujy4v6znz_HU0npYZFTX_iTryb9yLElZuq/s1600/campeones.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcJtwkPeEToe4OH8Z5wXBQdvpluYzjPQuEnbrXayWJWyAxtlqamZGqm9dFza27g9zDLW3xvcHMakd5IqG7B2kfkvqn9BBglFnyAzOFYx76Hqujy4v6znz_HU0npYZFTX_iTryb9yLElZuq/s320/campeones.jpg" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8QtRRpuhJmsqOcTdnYimQ8IwBa8L4hYDhaj_MWMYqP5TXKm9DGfHoHHs0IpcjY_tP61ycdBEoXGvU6-G8T-XlkdwARljBmxV7ISU9czhXifDwlDsAaMCQZ6bCgfBd6840ibhhtJcEb4XG/s1600/campeones.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><br />
</a></div><a name='more'></a><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/pbJ-oasillE?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/wN9C6p5Wmsw?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-59720804879642193682011-04-26T23:12:00.000-07:002011-04-26T23:13:44.526-07:00Apuntar al ángulo<div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><i><span style="font-size: small;">(El texto es viejo, pero el humilde homenaje al genial Roberto Baggio sigue vigente. Quienes recuerden el Mundial del 94, quizás, entiendan de qué hablo).</span></i></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5CZdhfT-mt7ujOdfJ7KdJP0gEa45-El8Zueefrmm3BDpGppHLnq_fjwQKEcm7P-yASVaH1qCbEXcBwfoiCpopXTboifmCgSQR973QyAVJs0EvFK7vZ5EiqAoRWui0gfH923S46BkAcSXo/s1600/mini-Baggio.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5CZdhfT-mt7ujOdfJ7KdJP0gEa45-El8Zueefrmm3BDpGppHLnq_fjwQKEcm7P-yASVaH1qCbEXcBwfoiCpopXTboifmCgSQR973QyAVJs0EvFK7vZ5EiqAoRWui0gfH923S46BkAcSXo/s320/mini-Baggio.jpg" width="240" /></a></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"> <a href="http://www.flickr.com/photos/pablopavezka"> Ilustración Pablo Pavezka </a></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">En el Mundial del 94 descubrí a Roberto Baggio. Me llamó mucho la atención su manera simple de jugar, a puro toque, a pura gambeta. Era de esa clase de jugadores que te hacen creer que jugar al fútbol es fácil. Trataba a la pelota con suavidad, no era agresivo y hacía siempre lo correcto. Daba la sensación de que jugaba a otro deporte. Mientras todos corrían como atletas, él tenía otra medida del tiempo. Parecía que no corría, pero siempre estaba en el lugar indicado, en el momento justo, y era más rápido que cualquiera. Él no iba al ritmo del partido, el partido iba al ritmo que él imponía. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">“Es como Bochini, pero más rápido y con más pelo”, decía mi abuelo. Para mí Bochini era como mi abuelo, no tenía nada que ver con Baggio.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Además, a mis 13 años, ver a un jugador con esas trencitas que tenía Baggio era todo un reflejo de la rebeldía que frustraba mi viejo diciéndome que el pelo largo era de maricones. “Baggio tiene una colita y juega bien al fútbol, entonces no es maricón”, trataba de razonar ante mi viejo. Sin embargo, mi pelo siempre siguió corto.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Mi tío, que sabe mucho de fútbol, para aumentar mi fanatismo por Il Codino, como le dicen en Italia, me contaba que Baggio era una excepción en su país. Me explicaba que en Italia siempre habían jugado a defender, que casi no atacaban. Y que a eso le llamaban algo así como el candado. No me acuerdo bien cómo se dice en italiano. Me aseguraba que Baggio era un rebelde con todas las letras, porque se animaba a gambetear, a jugar lindo y tirar caños en un país que por historia había sido la referencia absoluta del antifútbol. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Pero cuando le preguntaba por qué Italia tenía varias copas del mundo si jugaba a defenderse, los argumentos de mi tío se empañaban. Él decía que era porque el gobierno italiano había ganado dos títulos a la fuerza hacía muchísimos años, cuando el fútbol todavía no era muy importante y que, encima, habían ganado con algunos jugadores argentinos que se vendieron. Eso de ganar a la fuerza siempre me generó dudas. Además, no termino de creerle lo de los argentinos vendidos. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Después de llorar porque al Diego le habían cortado las piernas, el Mundial del 94 sólo me importó porque Baggio hacía lo imposible para que Italia fuese uno de los candidatos. Sólo él era capaz de ganarles a los brasileños, según mi tío.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Cada partido de Italia lo viví casi como si fuera de Argentina. Pero, en realidad, yo era hincha de Baggio, no de los italianos, que bastante mal me caen. La final la vi con mi viejo, mi tío y mi abuelo. Justo ese domingo era el cumpleaños de mi tía. Entonces nos encerramos en una pieza, así podíamos ver tranquilos el partido y las mujeres no nos molestaban con preguntas tontas. Por eso nos dejaron sin torta.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Me acuerdo que el partido fue malísimo. Yo me aburrí de lo lindo hasta que llegaron los penales. Mi viejo sostenía que eran una lotería. Mi tío argumentaba que no, que a los penales hay que saber patearlos. Mi abuelo sólo les decía que se quedaran callados de una buena vez. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Esa definición fue como cualquier otra hasta que llegó el turno de Baggio. Italia perdía 3 a 2 y Baggio tenía que hacer el gol, si no, el título era de los brasileños. Yo no tenía dudas de que iba a ser gol hasta que el remate salió alto, muy cerca de un ángulo, y se fue por arriba, lejísimo. La mirada perdida de Baggio buscando una explicación donde no la había y la corrida de Taffarel para abrazarse con sus compañeros me quedaron grabadas a fuego como uno de los recuerdos más amargos de aquella época. Claro que el más amargo es la enfermera gorda llevándose de la mano al Diego.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">No lograba entender por qué el mejor jugador de Italia había escapado el penal más importante de la final. Si le pasa a un patadura, bueno, es posible. Es la cruel lógica de la vida. Si no tenés talento, si no sos bueno en el fútbol, es probable que escapés un penal, sobre todo en una final del mundo. Aunque, si sos medio muerto, dudo que llegués a una final barrial. Pero si sos Baggio no podés escapar un penal. Tiene que ser gol, no hay dudas, pensaba. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">La vida era demasiado injusta a esa altura. En un mismo mundial, el Diego había sido víctima de la FIFA, según mi tío, y ahora Baggio era el padre de la derrota de Italia, según mi viejo, que estaba muy alegre con la desgracia de mi ídolo rebelde. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Mi tío quiso levantarme el ánimo y me dijo que Baggio erró el penal porque prefirió morir en la suya. Me explicó que un jugador de la calidad de Il Codino no podía patear fuerte y al medio o despacito y a un costado. No, de ninguna manera se lo permitiría. Baggio tenía que apuntar a un ángulo porque sólo los fenómenos como él son capaces de tomar ese riesgo en una final del mundo. Y son seres humanos como cualquiera de nosotros y, aunque no parezca, también pueden fallar. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Pero lo más importante de todo, me remarcó –y me dijo que no lo olvidara nunca más– era la actitud de morir siempre respetando nuestras convicciones y hacer lo que sentimos, sin importar el qué dirán.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– Si así lo sentís, Fede, en la vida siempre apuntá al ángulo –me dijo–, aunque no seas Baggio.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">A la semana, jugábamos la final del torneo provincial. El destino, que muchas veces se nos ríe en la cara, quiso que empatáramos y tuviésemos que definir la final por penales. Igual que en el Mundial.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Cuando me tocó patear caminé hacia la pelota con total tranquilidad. Las palabras de mi tío me habían dado mucha confianza. Había entendido que no tenía que sentirme presionado, aunque tuviese que hacer el gol sí o sí porque íbamos abajo 5 a 4 y era el último penal de la tanda. Yo sentía que tenía que apuntar al ángulo. Era mi convicción y había aprendido que uno tiene que morir en la suya. Además, el arquero era medio petiso y no iba a llegar nunca allá arriba.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Le di con mucha fuerza. La pelota fue directa, precisa, decidida. Pero rebotó justo en el ángulo y la vista se me nubló de bronca. Estaba por llorar cuando escuché que mi tío gritó mi nombre y corrió hacia mí. Me agarró de los hombros, me miró firme a los ojos y me dijo algo que jamás olvidé.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">– ¡¿Pero quién te creés que sos, pelotudo?! ¿Roberto Baggio?</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-42066004997932122292011-04-15T12:49:00.000-07:002011-04-15T19:56:52.154-07:00Volver a Boedo y el recuerdo de Göttling<div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Días atrás, miles de hinchas de San Lorenzo marcharon a la Legislatura porteña. Luchan por una reparación histórica. Buscan que los terrenos donde estaba el Viejo Gasómetro –arrebatados al club por la dictadura hace tres décadas– sean devueltos. Sueñan con volver del exilio y vivir en Boedo, el barrio de toda la vida.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Cuando se cumplieron 25 años del último partido en el Gasómetro, allá por el 2004, un texto del exquisito Jorge Göttling me erizó la piel. Guardé esa nota, junto a tantas otras. Hoy la busqué, la releí, la volví a disfrutar y ahora la comparto. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span id="goog_1124272093"></span><span id="goog_1124272094"></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpsEL9EKFv9p5bOZWgWKYIOoGO_E9dbOSRHev7eqnC0tc0_T27EiBifSXsXV3aWJw5yyjnt5456ntDJgGilgnFWrCfEFcL_sKCfyS8EzdV4qVHUPpusCK9_5kGuP7XMTA9zkwjlNXDTCnK/s1600/gasometro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="221" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpsEL9EKFv9p5bOZWgWKYIOoGO_E9dbOSRHev7eqnC0tc0_T27EiBifSXsXV3aWJw5yyjnt5456ntDJgGilgnFWrCfEFcL_sKCfyS8EzdV4qVHUPpusCK9_5kGuP7XMTA9zkwjlNXDTCnK/s320/gasometro.jpg" width="320" /></a></div> <span style="font-size: x-small;"> El Wembley porteño (foto: facebook/Viejo Gasómetro)</span><br />
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<a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: large;">Sólo registro una derrota </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><b><span style="font-size: small;">Por Jorge Göttling </span></b></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Escrupulosamente, como si fuera un rito o una fobia, eludo pasar por avenida La Plata a la altura de mis recuerdos. Opto por un rodeo, hay un desdén interior por la nueva estética del barrio. Hay en mi corazón una foto sepia del Gasómetro, una instantánea referencia a mi niñez. Con la misma candidez de entonces, pretendo tercamente preservar aquella vieja imagen, las primeras miradas a la cancha de tablones estriados, con el mismo asombro y el mismo sobrecogimiento que provoca depositar la mirada sobre un lugar religioso o una reliquia.</span><br />
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</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Intuyo que, por las noches, cuando no hay bullicio de banco o de mercado, algunos oídos recogen los gritos de auxilio que da el silencio. Pero, para eso, hay que tener un corazón chapado a la antigua, de color azulgrana.</span><br />
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</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">A veces, merodeo por Boedo, barrio que no me pertenece pero por el que guardo una fidelidad que se parece a un sentimiento. Todavía se parece a una isla, ajena a la ciudad vulgarizada, profanada por constructores desalmados. Conserva viejas costumbres extintas, códigos para ser solo descifrados por una particular criptografía. Cortadas que fueron contadas por los tangos, aromas de la vieja Buenos Aires, arboledas mansas, conocidas sombras, pregones que aun retumban. Pero falta el Gasómetro.</span><br />
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</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Las fotos antiguas nos permiten un conocimiento parecido a la adivinación. Hubo un club erigido a punta de amor y coraje. Hubo vida épica arriba de los tablones y, también, se edificaron formas societarias de relación debajo de los tablones. San Lorenzo fue un sentimiento y, ya se sabe, cuando se habla de sentimiento es que alguien se ha puesto sentimental.</span><br />
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</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Pasaron 25 años desde aquella tontería de la historia, una medida calendaria que nos excede. Memoria y balance de lances deportivos, de batallas sin muertos y sin tristezas, de torneos, victorias, empates, campeonatos. En los severos recintos de la memoria, sólo registro una derrota: la del cruel desalojo de ese Gasómetro, que está incorporado, ya, a la galería de nuestros más caros recuerdos.</span><br />
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</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-72558159767032902622011-04-10T21:20:00.000-07:002011-04-21T12:41:47.366-07:00La mirada del amo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKQhXPMe-eYLUVTZRAhyphenhyphenR4a2-qcqcmK23K1AIoielugRbBW56zjL3VcUPKgvzrU-WViJ8U7KLUrwV6AMU2Rp7GlTo1y6pBC6OTy0kgl-Ae2X4ZV808opJ6uZ4qfVCeYLYUAZEqkr492IY5/s1600/Maradona.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="192" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKQhXPMe-eYLUVTZRAhyphenhyphenR4a2-qcqcmK23K1AIoielugRbBW56zjL3VcUPKgvzrU-WViJ8U7KLUrwV6AMU2Rp7GlTo1y6pBC6OTy0kgl-Ae2X4ZV808opJ6uZ4qfVCeYLYUAZEqkr492IY5/s320/Maradona.jpg" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://pablopavezka.wordpress.com/">Ilustración Pablo Pavezka</a><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><br />
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;"><i><span lang="ES-TRAD">(Este texto lo escribí en febrero del 2010, días después de cubrir Argentina-Costa Rica, en San Juan, una simple excusa para tener enfrente a Maradona, el ídolo, el hombre, el mito.)</span></i></span> <br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: right;"><br />
</div><div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: right;"><br />
</div><div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: right;"><span style="font-size: small;"><i><span lang="ES-TRAD">Y no estás pensando en él,</span></i></span></div><div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: right;"><span style="font-size: small;"><i><span lang="ES-TRAD">y no estás mirándolo,</span></i></span></div><div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: right;"><span style="font-size: small;"><i><span lang="ES-TRAD">vos te lo perdés</span></i></span></div><div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">(La mirada del amo, Las Pelotas)</span></span></div><div align="right" class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; text-align: right;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Una novia de la adolescencia, una vez me preguntó qué era lo primero que le miraba a una mujer. Yo le respondí la mirada. ¿Los ojos?, me indagó, incrédula. No, mi amor, la mirada. No te creo, sos un mentiroso, me largó. ¿Y vos, qué le mirás a un hombre? El cuello, respondió sin dudar. Ah, claro, vos sos re creíble. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Duré poco con esa novia –como con casi todas– y no recuerdo si ella me dejó o fui yo. Eso sí: ella siguió enamorada de mi cuello, lo sé. Yo, aunque nunca quise, un día me olvidé de su mirada.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">En realidad, en este texto quiero escribir sobre Maradona pero necesitaba un comienzo que enganche a mi madre o a mi hermana (por dar dos ejemplos de gente que detesta o es indiferente al Diego). Por eso, opté por hablar de una ex novia. Un gancho seguro. Si hubiera empezado el texto con una frase como “Diego, el máximo ídolo argentino…”, chau, pierdo dos lectoras al toque, como mínimo. Ahora sí, madre, Fer (y cualquier lector anti Maradona), si llegaron hasta esta línea hagan el esfuerzo y sigan. Quizás, quién les dice, cuento algo más de alguna otra ex novia. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">A mi noviecita no le mentí. Juro que siempre lo primero que le veo a una mujer –y a un hombre, un gato, un perro o un cíclope– es la mirada. Ahí está la clave de todo. En la mirada se encierran todos los misterios, secretos, miserias, glorias y experiencias que uno ha vivido. Es como la esencia de cada uno. Obvio que si uno ve la mirada de alguien no descubre una sucesión de hechos a la velocidad de la luz. Nada de eso. Uno ve un par de ojos, nada más, pero todo par de ojos transmite siempre algo. Es cuestión de entender qué transmite, de descubrirlo o de imaginárselo y ser feliz. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Vuelvo a Diego. La semana pasada lo vi por primera vez bien bien bien de cerca. O sea, enfrente mío, separado por una valla. Fue en San Juan, previo al partido que jugó Argentina con Costa Rica. Estábamos con un grupo de periodistas en la puerta del vestuario argentino cuando llegó al estadio la delegación albiceleste. El primero en aparecer fue Diego, con el pecho siempre infladísimo, el gesto adusto y una mirada letal. Le preguntamos si podíamos hablar un rato y se prestó de muy buena manera a un breve diálogo sin ninguna referencia sexual. Menos mal que no estaba Toti Pasman. Mientras algún periodista le hacía una pregunta que no escuché, me colgué mirándolo detalladamente. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Lo primero que me llamó la atención fue su altura. Es petiso y es difícil creer que ese tipo es Diego Armando Maradona. Uno sabe que Diego no llega al metro setenta, pero quizás mi imaginación había creado a un guerrero imponente, un héroe albiceleste. Bueno, no, para nada. Es un tipo petiso, como el chofer del bondi, el preceptor del colegio o el verdulero del barrio. Después vi los tatuajes en sus brazos, los aritos, una cruz en el medio del pecho y dos relojes, uno en cada muñeca. Lo de siempre. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Diego responde mirando fijamente a los ojos. Eso no es común. A la gente le gusta hablar mirando el contexto. Cada vez son menos los que hablan y miran a los ojos. Bueno, Diego, te clava los ojos y te tiemblan las rodillas. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Tiene la mirada más poderosa y penetrante que vi en mi vida. Todos la hemos visto miles de veces por la tele, pero ahí, enfrente de uno, es diferente. Me gustaría ver un poco lo que esa mirada ha visto en la vida. Me gustaría entender qué es estar en el cielo, abrazado a la gloria y que es estar en el infierno, abrazado a la oscuridad. Ver que estás creciendo –como bien dijo alguna vez– en un barrio privado… de gas, de agua, de luz. Y ver que un día podés tener todo lo que se te ocurra, porque estás en la cima del mundo. Esos ojos han visto demasiado, no debe ser fácil ser los ojos de Maradona. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">El mendocino Rodolfo Braceli, una de las plumas más originales del periodismo argentino, siempre dice que ser Maradona es inhumano. Se pregunta, además, quién puede soportar ser la persona más famosa del planeta. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Y cuando veía que Diego contestaba preguntas ahí, detrás de la valla, trataba de pensar que enfrente tenía a un mito viviente. Que levante la mano un mito viviente en el mundo, a ver, a ver… Sí, usted, Mandela. No veo ninguna otra mano levantada… Fidel, baje la mano, el verdadero mito fue el Che, jódase, se hubiera muerto de joven… Bueno, ¿vieron?, qué poco mito vivo queda en el mundo. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">El tiempo y la muerte convierten a ciertos personajes en mito, cuando ya son una estatua de bronce, una calle, una remera o una lápida con muchísimas flores. Así, cualquiera es mito. Pero hay que ser muy groso, re contra re mil groso, para bancarse ser un mito y levantarte todas las mañanas a ejercer, justamente, de mito. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Me da gracia cuando escucho decir lo mal que nos representa Maradona en el mundo por su soberbia, sus excesos, su mal ejemplo y esas boludeces. Señora, señor, Maradona nunca fue ejemplo de nada. Simplemente, es el ser humano que mejor jugó al deporte más masivo del planeta. Y es un tipo que creó momentos bellísimos en el fútbol, siempre en busca de esa estética que persigue todo genio, todo artista díscolo. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Fue menemista y se tatuó al Che. Hizo la campaña Un Sol para los Chicos y varias veces estuvo ahí de tapar el sol con merca. Tiene una cruz gigante en el pecho y bardeó a Juan Pablo II por los techos de oro del Vaticano. Odió a Grondona, amó a Bilardo, amó a Grondona, odió a Bilardo, se peleó con todos, se abuenó con todos. Murió, resucitó, le cortaron las piernas y volvió a volver. Contradictorio, transparente, soberbio, cínico, valiente, irreverente, temerario, ingenioso, mago, líder, desubicado, argentino. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Junto al peronismo de Perón y a la dictadura del 76, Maradona es el último gran relato de este país. Pésele a quien le pese. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">¿Se han puesto a pensar lo que será este país el día que Maradona muera? Y no me vengan a hablar del entierro de Alfonsín o Sandro, por favor, con todo respeto por Alfonso y el Gitano. Ese día superará todo lo que hemos visto en esta bendita patria. Y hemos visto tanto… </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Al final no volví a hablar de ninguna noviecita, perdón por desilusionarlos. La idea, simplemente, era que los anti Maradona leyeran este texto. Para que, aunque sea por unos segundos, traten de mirar el mundo a través de los ojos de Diego. Para que se pongan en su lugar y vean que no es humano ser Maradona. Y piensen: si ustedes tienen defectos, si yo me mando mil cagadas –y somos tipos anónimos–, piensen lo jodido que sería ser, sólo por unas horas, el Diego. </span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Algún día, ojalá un nieto me pregunte quién fue Maradona. Y le voy a contar que fui contemporáneo de Diego y que una tarde, en San Juan, lo vi a los ojos. Y encontré la mirada más fascinante que jamás haya visto: la mirada que lo vio todo.</span></span><br />
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</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-27739109723953687312011-04-07T23:39:00.000-07:002011-04-07T23:41:49.790-07:00Cuando todo era normal<div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"></span><span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif; font-size: small;"><i><span lang="ES-TRAD">(Micro, colectivo, transporte público de pasajeros o como quieran llamarlo. El primer relato -que estaba casi olvidado por ahí- de este recorrido tenía que hacer honor al querido bondi, que nos ha llevado a tantísimos lugares. ¡A leer y a viajar!)</span></i></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">La primera vez que viajé solo en un bondi tiene que haber sido a mis ocho años, o por ahí. Me subí a un 90 en calle Mitre, a la altura de lo que hoy es el Parque Central, y me bajé en 25 de Mayo y Colón. Iba a mi primera clase de computación. En esa época, el Parque Central era una promesa política, además de un baldío enorme en el que sólo había lugar para las canchas de tierra y pistas alucinantes de bicicross. En esa época, el 90 no era el 7 y la computación no era Windows ni internet, era el DOS (el oscuro y monótono deoese).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Me acuerdo de que me subí al 90 con un cagazo padre. Me senté en ese asiento aburrido, el primero de todos, en el que sólo ves la espalda del chofer. Lo único que quería era que el hombre que manejaba el 90 me dijera “nene, acá es 25 de Mayo y Colón”. Y también quería que levantara un toque el pie del acelerador, porque nos íbamos a hacer mierda. Con los años entendí que un porcentaje altísimo de choferes de micro son pilotos frustrados de Fórmula Uno. Con los años, también aprendí que una de las tantas debilidades que tengo es escuchar cualquier conversación ajena cuando viajo en micro.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
<a name='more'></a><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Durante un tiempo, creo que fue en segundo de la secundaria, no hice otra cosa que conocer la historia de una pelirroja que le contaba a una rubia cómo hacía para tener dos novios. Todas las mañanas me sentaba delante de ellas y me deleitaba con un capítulo nuevo. Uno se llamaba Gabriel y vivía en el barrio Infanta, el otro era el Mati y vivía en el Municipal. No sé cómo hacía esa colorada para contar –o inventarse– todos los días un capítulo de esa doble vida. Lo que sí sé es que el Infanta y el Municipal quedan muy cerca el uno del otro. Al final, la colorada se quedó con el Mati. Eso también lo escuché. Y la rubia le dijo que menos mal. Y la colorada le dijo que estaba enamorada. Pobre Gabriel.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">En otro tiempo, cuando volvía del colegio a mi casa, pleno mediodía, bondi hasta las manos, me dio por escuchar a un padre que le daba consejos a su hijo de unos diez años. El tipo siempre le preguntaba primero si le había ido bien en la escuela. Si el nene le decía que no o si reprobaba algún examen o algo así, el padre le decía que la escuela era una cagada, que si no quería, que no estudiara más y que ya se lo iban a decir a mamá cuando estuviera sobria. Siempre lo mismo. A ellos los encontraba en el bondi de la una y media.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Una de las mejores charlas que escuché fue de una parejita de novios muy jóvenes. Esa ya fue en la época en la que iba a la facultad, el Parque Central ya era el Parque Central y el 90 ya era el 7. La chica le decía a su chico que creía que se había quedado embarazada. El pibe, casi tartamudeando, le decía que no, que nada que ver, que no podía ser porque él se había acordado de tomar la pastilla y ella también se había tomado otra. Ahí la chica se relajaba un poco y le decía que claro, que si los dos tomaron las pastillas, no iba a pasar nada. Me pregunto dónde estará ahora esa tierna parejita.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">El tema es que ayer, nueve de la mañana, me subo al micro para ir al centro. Tenía sueño y me iba a sentar bien atrás, así no me jodía nadie, pero vi a dos señores de unos setenta años, bien arreglados, muy serios, y no aguanté la tentación de sentarme delante de ellos. Durante cinco cuadras no hablaron. Ya casi me había olvidado de los señores cuando empezaron la siguiente conversación.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– ¿Usted se acuerda de cuando todo era normal?</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Si me acordaré…</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Eso era vida.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Eso era vida.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Claro, todo era normal, los muchachos estábamos con las muchachas…</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Y qué muchachas…</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– No como ahora, que se quieren casar entre todos, una vergüenza.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Qué cosa…</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– No había eso de la droga, éramos más sanos, se vivía diferente.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Muy diferente.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Yo recuerdo de ir a la cancha, le hablo de la época de antes de los Nacionales, mucho antes, y uno iba tranquilo, feliz, la gente era más educada, hasta se jugaba mejor, mire.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– El fútbol de antes era otra cosa.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Ahora a uno le salen con el Messi ese… Ese pibe, ¿sabe qué? Juega para su billetera, no para su país.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Y encima de deté está Maradona.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Mis nietos no patean nunca una pelota. Fíjese usted. Están todo el día meta y meta con los jueguitos esos. ¡Así les van a quedar los ojos, así! Pero, claro, mi hijo me dice que no embrome, que por los menos están en la casa, seguros. Qué seguros ni seguros… Segura era la cancha en la que jugábamos, donde ahora está el barrio Cano. ¿Conoció esa cancha?</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Cómo olvidarme de esa cancha… Ahí, cerca, a la altura de lo que ahora es Paso de los Andes y Ferroviario, conocí a mi mujer.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– ¿A su mujer?</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– A mi mujer.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– No me diga.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Sí, 57 años de casado.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Una vida.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Y… Qué le parece.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Yo a la mía la conocí en un cabaret. ¿Sabía?</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– No me diga, ¿me habla en serio?</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Sí, era la hija del dueño del cabaret. Tipo jodido el padre, no se lo recomiendo de suegro a nadie.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Me imagino.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Un gringo bravo.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Parece que va a llover.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– En el noticioso dijeron que no iba a llover.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Sí, pero vio cómo son los del pronóstico. Ya no le pegan una.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Antes, mi vieja, con ver para dónde caminaban las hormigas o qué hacían las moscas, ya te decía cómo iba a estar el tiempo.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Y… Era todo más normal antes.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Seguro.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Bueno, don Pereyra, me bajo acá.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Vaya, vaya, camine por la sombra.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Hasta luego.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">– Hasta luego.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Una parada después, me bajé del micro y caminé despacio por Mitre hasta la plaza Independencia. Estaba pensativo, un tanto boludo. ¿Llegará el día en que yo piense que esta época era más normal? ¿Hay un momento en que uno sólo puede vivir de los recuerdos? ¿Conoceré a mi mujer en un cabaret? ¿Cómo carajo será esta misma plaza dentro de cincuenta años? ¿Cambiará el fútbol para peor? ¿Seré un viejo que añorará el pasado?</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Frené en la calle Patricias. Dos 7 pasaron echando putas. Pensé que aunque esos micros tengan un 7 gigante en el frente, para mí siempre seguirán siendo los amados 90: el Expreso, el Cementista, el Municipal, el Infanta, el Viajantes y el San Martín. Arriba de esos bondis aprendí a escuchar conversaciones ajenas, a agudizar el oído y a disfrutar de las historias. Y arriba de esos bondis, la primera tarde que viajé solo a mi clase de computación, el chofer se la pasó cantando un tema que yo desconocía. Con los años supe que ese tema se llamaba Todo un palo. Y que decía, al comienzo, que el futuro llegó hace rato.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-3596583242691933512.post-22283172381826847762011-04-07T23:25:00.000-07:002011-04-07T23:40:43.884-07:00Comienza el viaje<div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Estimados pasajeros, en este colectivo no se conoce el destino. Lo único que interesa es el viaje. Recorreremos las letras, el fútbol y otros placeres que nos alborotan. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Leamos, viajemos y compartamos. De eso se trata.</span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: small;">Bienvenidos al Bondi Deportivo. </span></div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><br />
</div>Gonzalo Ruizhttp://www.blogger.com/profile/16295287123764916669noreply@blogger.com2